UN FINDE DESCONECTADA

           No me puedo creer que haya sobrevivido a dos días sin Internet. O con Internet al mínimo, porque por suerte aún tenía algunos datos para usar en el móvil. Desde el jueves por la tarde, al llegar a casa del trabajo, nos dimos cuenta de que no teníamos WIFI en casa, y al llamar a nuestro proveedor, nos dijeron que se trataba de un problema a nivel nacional y estaban trabajando en ello, pero el tiempo de espera estimado hasta su solución no ha hecho más que aumentar desde entonces. Si estás leyendo esto significa que vuelvo a estar online. Pero ha sido duro, como bien dice aquel dicho, hasta que no pierdes algo, no te das cuenta de cuanto lo necesitas.

Estamos conectados para todo, incluso para las cosas más tontas que no nos damos cuenta, usamos Internet. ¿Quiero escuchar música? Upsss, Spotify no funciona. ¿Cómo se preparaba esta receta? Ahí va, no puedo mirarlo en Cookpad. Además olvídate ver videos en Youtube o utilizar Netflix, y por supuesto, actualizar el blog, o escribir en los blogs de las compañeras bloggers… ¡No se puede hacer nada sin Internet!

                No es lo mismo cuando vas de vacaciones y lo que quieres es desconectar de todo y pasarte unos días sin mirar el móvil. Tampoco cuenta si tu plan es pasar el día en la playa, de senderismo o de compras – se entiende que no vas a usar Internet, pero porque tienes otros planes. El problema es cuando tu fin de semana era estar tranquilamente en casa poniéndote al día con tus cosas.

                Todos mis planes para el fin de semana se han quedado en espera, tanto pagar algunas facturas con mi banco online, mirar billetes de tren para las navidades, incluso pedir una cita para renovar mi DNI, por no hablar de actualizar el blog. Por suerte son cosas que puedo aplazar unos días – o usar el móvil en caso de extrema necesidad. Pero te hace plantearte, ¿Tan inútil somos que no podemos pasar ni 48 horas desconectados?

                Así que aquí me encuentro, desempolvando mis viejos CDs para escuchar música, mirando mi colección de DVDs y buscando en mis libros de recetas algo que preparar para el finde. Me he dado cuenta de que aún tengo películas que no he visto, y me ha hecho bastante ilusión reencontrarme con mis viejos CDs – ni que fuera algo prehistórico. Y no os hacéis una idea de la cantidad de libros de recetas (casi sin abrir) que tengo por casa.

                Se puede vivir sin Internet. Es raro, es diferente, no estamos acostumbrados… pero volvemos a apreciar todas las cosas que tenemos por casa y que casi ni miramos.

¿Te animas a pasar un día sin Internet?